La Transformación Digital es un paso inevitable y necesario para la subsistencia y evolución de cualquier empresa.
Abordar un proceso de transformación digital es ya innovación en sí mismo. Pero la forma de innovar en la era digital dista mucho del secretismo con el que se actuaba en la era analógica.
Se trata de seguir una estrategia digital clara y coherente de transformación de toda la empresa para llegar a la madurez digital, que comienza con una visión digital: pensar en digital en todos los niveles, desde la dirección general hasta el último empleado, pasando por mandos intermedios y llegando a colaboradores externos.
La innovación, se produce en entornos colaborativos abiertos, escuchando de los otros, observando a los que hacen cosas diferentes, estableciendo relaciones improbables manteniendo una actitud de escucha permanente.
Para innovar hay que vencer la resistencia al cambio, a las inercias porque la innovación es romper con el “estatus quo”. No sirve sólo la decisión de la dirección sino aptitud de todas las personas. La innovación es responsabilidad del conjunto, la innovación es clave que todas las partes de la empresa.
La innovación y la transformación digital se gestionan de distinta manera, requieren roles diferentes, tienen horizontes de tiempo y métricas de éxito separadas y responden a expectativas y prioridades totalmente independientes.
Si no los diferenciamos correctamente, traerá confusiones y problemas como:
- Proyectos de digitalización de canales son tratados como si fueran proyectos innovadores, o son externalizados por completo.
- Postergación eterna de definiciones estratégicas hasta que ya es demasiado tarde
- Ambas iniciativas deben pelearse un solo presupuesto, usualmente insuficiente para ambas. Esto termina forzando hacia el mínimo común denominador, que suele ser alguna variación de una fábrica digital;
- Actitud conformista: se asume que “tener buenas ideas” es todo lo que se necesita para ser una empresa innovadora.
Además, no debemos olvidar que las innovaciones más disruptivas suelen ser generadas por pequeñas y medianas empresas y las grandes empresas son conscientes de ello por lo que les abren hueco en sus procesos de negocio para absorber esa innovación. Este es el modelo americano de innovación.
Transformación digital, en cambio, es un proceso estratégico que tiene una dirección y un objetivo concretos; involucra aprovechar ventajas competitivas actuales y desarrollar competencias tecnológicas nuevas para construir una posición diferenciada y sustentable en el tiempo.
Este proceso de migrar el core de negocio hacia la tecnología, por largo que sea tiene un fin: termina una vez que la organización ha alcanzado el hito que buscaba. El proceso de Transformación Digital es por naturaleza estratégico y diferenciado; no puede ser genérico ni es el mismo para cualquier organización. Es más, debería llevar a cada organización a un lugar único y diferente. Por eso, es importante entender que el rol de quien lidera la transformación digital es temporal.
Además, encapsular los esfuerzos de transformación digital “bajo” otra área es dañino para la estrategia; dado que lo que se va a transformar es el negocio completo, la iniciativa requiere estar muy cerca del CEO.
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