Hasta no hace mucho tiempo, una cirugía a distancia podía formar parte únicamente de una película o una novela de ciencia ficción. Hoy lo impensado se presenta como factible: los actuales recursos tecnológicos alejan la frontera y nos aventuran hacia nuevas experiencias. El desarrollo digital no solo nos ha mantenido vinculados pese al necesario distanciamiento físico impuesto por la Covid-19, sino que además se ha convertido en una solución indispensable para los sistemas que requieren seguir operativos, incluyendo el de salud.
Según lo indicado recientemente por la OMS, es altamente probable que la humanidad deba aprender a convivir para siempre con esta enfermedad, puesto que una eventual vacuna sólo ayudaría a prevenir contagios y controlar la situación, pero no proveería una cura definitiva. Una visión compartida por el Ministro de Salud de Chile, Enrique Paris. La pregunta frente al contexto, entonces, es hacia dónde transitarán los sistemas de salud como el nuestro y cómo la tecnología contribuirá en este camino.
Contamos con algunas experiencias y antecedentes como punto de partida. El coronavirus ha acelerado determinados procesos y nos ha permitido confirmar que la telemedicina mejora en gran medida la experiencia del paciente. Es rápida, segura y descongestiona salas de espera, disminuyendo de esa manera posibles colapsos del sistema. También hemos visto cómo diversas aplicaciones móviles han contribuido a cortar la cadena de contagio del coronavirus en países como Alemania, generando en los usuarios una actitud proactiva y responsable ante el control de la enfermedad.
El horizonte respecto a las aplicaciones de la tecnología en el área médica se amplía, lo que plantea a su vez nuevos desafíos. ¿Cómo asegurar, por ejemplo, que la compleja cadena de valor de salud, integrada por diversos actores, funcione de forma más ágil y fluida para mejorar la condición de las personas? Esto requiere un trabajo conjunto en el que las aseguradoras se integren al proceso y sistemas mixtos como el chileno (con componente público y privado) dialoguen y trabajen de manera unificada para afrontar la prestación médica del futuro.
Otro reto relevante es la implementación de una gestión del cambio que prepare tanto a pacientes como a prestadores para los nuevos usos digitales, puesto que la telemedicina llegó para quedarse y seguirá ganando espacios de acción para, finalmente, instalarse como una práctica complementaria a la atención presencial.
Un tercer elemento para considerar, tan o más relevante que los anteriores, es la disponibilidad de soluciones que permitan humanizar la clínica remota: el foco primordial del sector salud, en el presente y en el futuro, lo constituyen las personas. Quienes se atrevan a innovar necesitan conocer los procesos y el funcionamiento del medio para implementar respuestas tan eficaces como cercanas.
El objetivo final es concretar un sistema de salud universal, que permita a todos y todas tener acceso a una red organizada, integrada y eficiente, que asegure una atención oportuna y de calidad, sin que ninguna nueva pandemia atente contra ello.
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